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El secreto de nuestros ancestros para el cambio climático

En la Sierra Nevada de Andalucía se guarda el agua de la nieve y la lluvia para utilizarla en los periodos de sequía. Se trata de una práctica antigua usual en las cordilleras andinas y en las comunidades árabes 

Tiempo de lectura: 6 minutos

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En una costumbre ancestral puede estar una de las soluciones a la escasez hídrica que enfrentan muchas regiones de agricultores. Se trata de la siembra de agua, una antigua práctica de los habitantes de las altas cordilleras andina en América Latina y las comunidades árabes que busca aprovechar mejor la lluvia. En España, este modelo ya lo están trabajando en la Sierra Nevada.

“Consiste en una serie de procedimientos ancestrales con los que el ser humano recolecta e infiltra (siembra) el agua de lluvia en el subsuelo para poder recuperarla (cosecharla) tiempo después”, explicó a Novaciencia el científico Sergio Martos Rosillo, del Instituto Geológico y Minero de España. En el caso de la Sierra Nevada ya hay más de 750 kilómetros de terreno dedicado a estas prácticas.

La siembra de agua busca reducir la cantidad de agua que se escurre por las montañas hacia ríos o mares durante el periodo de lluvia. Se hace a través de la construcción de zanjas y diques de poca altura que, tras disminuir la velocidad con que circula el agua, promueve que se infiltre en el subsuelo de forma natural y se canalice a depósitos.

“El agua infiltrada pasa a circular lentamente por estos acuíferos y surge meses después, durante la época seca, por manantiales, galerías y por los ríos”, explica el científico. Este proceso es completamente sostenible, pues para su construcción se usan materiales locales y requerimientos energéticos mínimos. Además de promover la biodiversidad, aprovechando el poder “autodepurador” del suelo y los ecosistemas asociados.

 

Regalo de los ancestros

El Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú está convencido de que esta estrategia agrícola puede servir para enfrentar el cambio climático, que en particular afecta a los glaciales de los Andes. Que desaparezcan estas zonas nevadas hace peligrar también las fuentes de agua natural de la región.

Antes teníamos lluvias desde enero hasta abril, pero en estos últimos años tenemos muy pocas por el tema climático. Hemos tratado de recuperar estas amunas (las zanjas) para captar el agua de las lluvias y filtrarla para beneficiarnos a nosotros y a nuestra agricultura y ganadería”, explicó Beatriz Olivares, miembro de la comunidad campesina peruana de San Pedro de Casta en un reportaje que publica La Estrella de Antofagasta.

La práctica no solo aprovecha el agua, sino que promueve la siembra de árboles en sus alrededores. Lo mejor de todo, deja a un lado el uso del cemento y otros materiales contaminantes. “La búsqueda de soluciones a los problemas de gestión de agua basándose exclusivamente en el uso del hormigón nos ha hecho menospreciar los conocimientos ecológicos de las comunidades campesinas tradicionales, que han sabido convivir en armonía con la naturaleza”, explicó el científico español Martos Rosillo.

 

Proyecto local

El gobierno de Andalucía, a través del proyecto Life Adaptamed, ha recuperado algunos de los tramos de esas canalizaciones que existían en la Sierra Nevada desde hace cientos de años. Es una labor financiada por la Comisión Europea en España, que busca enfrentar el cambio climático resguardando los ecosistemas.

Francisco Javier Cano, coordinador del proyecto Life Adaptamed, estima –en un reportaje publicado en La Verdad – que en las 200.000 hectáreas del espacio protegido en la Sierra Nevada se recogen unos 750hm3 de agua proveniente de la nieve y la lluvia. Justo lo equivalente al embalse del Negratín, el más grande de Andalucía.

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